Para entonar este post les dejo el video que le da nombre:

 
Ahora sí; con los pibes de El Símbolo sonando a capella en nuestras gargantas llegamos a Copacabana, que es la última ciudad costera del lago Titicaca y por la que se accede a la Isla de sol.
Ni bien llegamos nos dirigimos al lugar donde partían las lanchas, pues según teníamos entendido a las 16hs salía la última y ya habían pasado unos minutos de eso horario.
Luego de negociar un poco, nos ofrecieron llevarnos por 150bol a los 7, que era aproximadamente el precio que teníamos previsto. Una vez acomodados para partir escuchamos discusiones entre el “vendedor” y el conductor de la lancha, aparentemente la oferta que nos habían hecho era muy baja, por lo que ahora el precio era casi el doble. Luego de una renegociación (y algunas amenazas de irnos a buscar otro transporte) logramos nuevamente acordar ese precio, pero esta vez en otra lancha que, según nos explicaban era más lenta y por eso nos hacían rebaja.
Así son los regateos en Bolivia, ya sea por transporte, alojamiento o compras en general. Los vendedores acceden a bajar los precios, pero tienen una extraña facilidad para luego olvidarse del acuerdo previo, por lo que les recomiendo, vayan siempre con alguna idea de cuál es el precio antes de consultar (lo locales por lo general te dicen cuánto cobran a ellos y cuánto a los extranjeros, y ya con eso tienes una idea del rango de precios con que te vas a encontrar); algo similar nos había ocurrido en La Paz con los 2 buses que tomamos desde allí.
Vista panorámica desde un alto en la isla
El viaje en lancha por el lago Titicaca de media hora demoró unas 2 horas y media y finalmente llegamos a la parte norte de la isla.
La isla tiene dos poblados, el norte y el sur; según nos comentaron en el sur se encuentran muchos hoteles y retaurants con algo más de categoría pero lejos (no tanto, a unas 3hs) del sector norte donde se encuentran las ruinas.
Arribamos el sector norte de la isla ya anocheciendo, no hay ningún tipo de alumbrado en las calles, por lo que nos guiamos por las luces exteriores de las casas y unas linternas.
Es costumbre que los niños (de unos 10 a 15 años) aborden a los turistas con ofertas de alojamiento y comidas, ellos te acompañan a los hospedajes, e incluso algunos fueron los encargados de mostrarnos las habitaciones e indicarnos el precio (debo decir que me daba un poco de apuro regatear precio con un nene de 12 años).
La falta de luz hace que sea prácticamente caminar por el pueblo, donde la actividad nocturna es prácticamente nula salvo algunos restaurantes abiertos.
Vista del pueblo del norte de la isla
Al día siguiente nos cambiamos a un hostel que nos habían recomendado, Lo de Jhonny (aunque Jhonny no estaba) donde conseguimos alojamiento a 15bol (2usd). La gente de allí es muy hospitalaria, nos ofrecieron usar su cocina y hasta fueron con quienes acordamos nuestro regreso a Copacabana.
Luego de toda una vida acostumbrado a montones de aparatos eléctricos, fue curioso ver qué tan sencillos son los quehaceres cotidianos sin ninguno de ellos:
- El agua tibia para ducharse sale a la siesta, cuando el sol calienta las cañerías de agua (al principio me pareció inverosímil, pero es real).
- La cocina consiste en un recinto cerrado con media-sombras y tres fogones donde se colocan las ollas y pavas, con las mismas media-sombras mantienen bien caliente la temperatura general del lugar.
- Hay un sector del arroyo muy particular donde unos pequeños remansos y algunas piedras lisas disponen de un sector para lavar, uno para enjuagar y uno para secar la ropa, todo dispuesto en línea (no me animé a sacar fotos por no parecer irrespetuoso, pero me sorprendió la practicidad con la que una señora que se encontraba lavando allí había dispuesto todo a su alrededor.
En la isla hay muy buenas playas, y tanto en ellas como en los cerros se puede apreciar toda la naturaleza sin ningún tipo de contaminación.
Cuentan que en esta isla es donde el dios Inca creó al primer hombre y por un sendero se puede acceder a la mesa ceremonial donde se realizaban sacrificios, las ruinas del templo y otros lugares sagrados.
El ingreso el de 10bol (1,5usd) e incluye la opción de escuchar a los guías y visitar el museo; cabe destacar que los guías son pobladores locales con pleno conocimiento de la historia del lugar. 
vista desde el interior de las ruinas
Mucha gente de la isla aún considera a estos lugares como sagrados, incluso algunos no acceden a ciertos sectores si no se encuentran espiritualmente listos para ello, los turistas pueden circular libremente siempre con respeto por el significado que tiene para la gente de allí.
mesa de los sacrificios
Las ruinas en la isla del sol se preservan tal como fueron encontradas (luego del saqueo de los conquistadores españoles, claro), no se ven con toda la majestuosidad de otras construcciones Incas como Machu Pichu pero tienen ese valor agregado de no haber sido “retocadas” para los turistas.
Tips: Para ir a Copacabana desde aquí se pueden aprovechar los viajes que hace la gente para comprar mercadería y así obtener un mejor precio.

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